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Facultad de Artes de la UNNE: miden la huella ecológica y sugieren cómo mitigarla 
jueves 19 de octubre de 2023
Tiempo estimado de lectura: 5 minutos

Si tenés poco tiempo, leé estas líneas:

• El análisis permite calcular el grado de contaminación ambiental de otras instituciones o incluso de una vivienda familiar.

• Para el autor del trabajo conocer el consumo energético abre oportunidades para modificar hábitos cotidianos.

• Expectativa por una inminente difusión del valor de la huella ecológica de la Universidad Nacional del Nordeste.


Por Claudia Araujo

El tema central de la investigación de Luis Pellegrino fue determinar la huella ecológica de la Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura (FADyCC). El trabajo es una tesis con la que aprobó su maestría en Gestión Ambiental Sostenible y que la editorial EUDENE convirtió en un libro descargable de manera gratuita, de su página web. El geógrafo es docente de la Facultad de Artes y también investigador del Centro de Gestión Ambiental y Ecología (CEGAE), que depende de la Coordinación de Desarrollo Sustentable y Transición Ecológica de la UNNE. 

Hay consecuencias  

El principal hallazgo del estudio fue corroborar que la movilidad es el aspecto que más recursos consume, explica el autor a Prisma TIC. Más del 90% de la huella ecológica de la FADyCC se explica en el uso de combustibles fósiles para vehículos particulares, motos, remises y colectivos. El cálculo consideró el volumen de gasoil y nafta requerido por alumnos, docentes y no docentes para trasladarse cada día hacia Castelli 1.300 para ir a clases y a otras actividades. A nivel país, Pellegrino valora el creciente uso de unidades públicas con energía no contaminante para trasladarse hacia unidades académicas de la ciudad de Córdoba. “Es un paso que implica también más educación ambiental para los usuarios”, agrega. 

En una escala mayor hay países para los que la preocupación por reducir el impacto ambiental condujo a desalentar el uso de automóviles en los campus, facilitar el acceso a bicicletas y desarrollar un transporte público que funcione con energías renovables. Las comunidades que buscan hacer más eficiente el uso de recursos piden a los automovilistas evitar los viajes solitarios y sumar acompañantes que realicen el mismo recorrido. Sin embargo, el énfasis está puesto en caminar más, usar bicicleta o preferir el transporte público. “Estos cambios generan beneficios no solo en el campus, sino también en toda la ciudad”, apunta Pellegrino. 

Diferencia con la huella de carbono  

Para el autor del trabajo la medición también implica que la institución analice alternativas para mejorar sus indicadores; y no solo para los de mayor impacto, sino para todos. Si se ve que se están usando muchas resmas de papel una sugerencia puede apuntar a revisar qué se puede imprimir menos. La misma recomendación cabe para cuidar el consumo de energía eléctrica y de agua potable, o para minimizar residuos, viendo cuánto de lo que se descarta es posible reciclar. “Hay muchos otros; estos son los aspectos más importantes para quien quiera y no sepa por dónde comenzar”, resume. 

Se llama huella ecológica al conjunto de hectáreas que se necesitan explotar para producir todo lo que se está consumiendo con el funcionamiento de un área o una actividad humana. Esa superficie incluye a la contaminación con los residuos que se generan y su procesamiento. La huella ecológica contiene a la huella de carbono, que es un indicador de los gases de efecto invernadero (GEI) emitidos, por ejemplo, por la combustión de naftas. En el caso de la Facultad de Artes la huella de carbono fue el factor con mayor protagonismo entre los elementos que se analizaron.

Sobre cálculos globales y a escala 

La fórmula que se usa para medir una huella ecológica toma variables e índices y los valora. Así es posible comparar resmas de papel con kilowatts o con litros de agua que se consumen. A su vez los índices hacen posible que todas las variables tengan una misma unidad y se las pueda mezclar o trabajar con ellas. El proceso consta de tres partes; en primer lugar está la selección de información de variables a utilizar, después la aplicación del cálculo, y por último en función de los resultados que se encuentren, se trazan adaptaciones, formas de mitigar y de ver qué se puede cambiar para reducir un impacto.

Como integrante de un grupo de investigación del CEGAE, Luis Pellegrino adelanta que la Universidad Nacional del Nordeste ya tiene hecho un cálculo provisorio de su huella de carbono (no de huella ecológica, aclara). El proyecto fue una iniciativa del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) e involucró a todas las universidades del país para que busquen formas de manejo que impacten menos en el ambiente. “Ese trabajo lo hizo el CEGAE en conjunto con todas las áreas de la universidad que aportaron datos para lograr el cálculo. Los resultados de la medición están próximos a publicarse”, indicó.  

Pellegrino valora que un diagnóstico permita decidir qué se va a hacer en el futuro. “Conocer el impacto dirige los esfuerzos y recursos para bajarlo. ¿Vamos a mejorar el transporte, la generación de residuos o el uso responsable de la energía y del agua?”, plantea. El docente universitario también propone incentivar a más alumnos a calcular la huella ecológica de su hogar para ver cómo generan consecuencias en el ambiente. Con esa información espera contribuir a que más personas elijan reciclar o hacer un uso responsable de la energía eléctrica en viviendas familiares, entre otros cambios posibles.

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