Si tenés poco tiempo, leé estas líneas:
• Uno de los logros del trabajo fue cuantificar el grado de incidencia en el uso racional de la energía.
• La investigación doctoral incluyó entrevistas a habitantes de las cuatro capitales de provincia del NEA.
• El trabajo analiza tres aspectos: el entorno urbano, pautas de diseño arquitectónico y modalidad de uso de un edificio.
Por Claudia Araujo
Las adecuaciones edilicias ante condiciones climáticas de la región y el consumo racional de energía son los grandes temas que estudia la doctora en Arquitectura Herminia María Alías. Prisma TIC la entrevistó para conocer algunas de las conclusiones de su trabajo en el Instituto para el Desarrollo de la Eficiencia Energética en la Arquitectura (IDEEA) y el Instituto de Investigación para el Desarrollo Territorial y del Hábitat Humano (IIDTHH). La docente de la Facultad de Arquitectura (UNNE) sostiene que no sirve realizar adecuaciones considerando únicamente estrategias de diseño o materiales sin tener en cuenta las pautas de uso del destinatario final.
Con la escasez de recursos energéticos y el Cambio Climático como problemáticas mundiales, Alías se refiere a la influencia que puede ejercer cada persona. “Llegamos a demostrar una responsabilidad de hasta el 60% en el consumo final de energía de su vivienda. Entonces es muy decisivo que el mayor beneficio viene de la mano de las pautas que puede aplicar”, explica. Su lugar de trabajo es el Centro Científico Tecnológico Nordeste – (CCT Nordeste) con dependencia del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Adecuación al entorno
En las conclusiones de su trabajo, Alías analiza que más allá de ciertas cualidades básicas de una vivienda su desempeño depende principalmente del accionar de los habitantes. Y lo que define una primera aproximación a un modelo interpretativo regional de evaluación de eficiencia energético ambiental de una casa podría tener impacto conceptual para mejorar variables de diseño y de uso. “Un diseño urbano y arquitectónico que tenga en cuenta sólo las estrategias edilicias y materiales no garantiza un uso eficiente de la energía para climatización”, describe. He ahí la importancia de una concientización ciudadana respecto a un uso mejorado de sus viviendas en el NEA.
Abrir puertas y ventanas de 11 a 16 en verano es perjudicial para un edificio, justamente porque es la franja horaria de temperaturas máximas. La arquitecta señala que en la intención de algunas personas de ventilar ambientes, terminan sobrecalentándolos; sin embargo se detectó que buena parte de la población regional lo hace. “He indagado en barrios construidos mediante operatorias oficiales y se da una situación representativa de pautas de uso que no son apropiadas para la eficiencia energética. Se tendría que ventilar de noche, cuando la temperatura en el exterior es mínima”, indicó.
Tipos de adaptaciones
Existen líneas de investigación tradicionales que siguen procesos del diseño temprano de un edificio y las adecuaciones que se realizan a su entorno o ambiente con el objetivo de generar condiciones internas próximas a rangos de bienestar. A las adecuaciones más sencillas se les llama pasivas porque no usan medios electromecánicos y una estrategia de ese tipo pueden ser los colores de las paredes exteriores, que en áreas cálidas como el Chaco tienden a ser claros para reflejar más la radiación solar.
Las estrategias activas para un edificio pueden involucrar la generación de energía, como la instalación de paneles fotovoltaicos para cubrir una parte de la demanda con fuente solar. También se puede instalar un calefón solar para una instalación sanitaria. Este segundo grupo de adaptaciones suelen ser más costosas porque implican rehabilitar espacios que no fueron diseñados con ese fin. Adecuar un hábitat ya construido siempre suele ser mucho más caro que diseñarlo de entrada.
Personas y hábitos
Alías sostiene que mirar el problema de la eficiencia energética de los edificios considerando fundamentalmente a la gente que los habita es el tema de su tesis de doctorado. “Consistió en indagar un modelo metodológico para evaluar cuánto necesitaban consumir las viviendas para climatizarse y mantenerse confortables para sus ocupantes”, explica.
Cuestiones como la temperatura en que se regulan los termostatos de los acondicionadores de aire es otro aspecto cotidiano que se consolida en una costumbre y es necesario que coincida con lo que necesita un edificio para tener eficiencia energética. “A veces sin necesidad se regulan en 20 o 22 grados, cuando en realidad podríamos beneficiarnos si regulamos en 26 grados, porque ya se genera una diferencia muy importante con un exterior con 40 grados”, contrasta.
Poner un termostato en 22 grados implica que cada vez que entra y salga se perjudique el equilibrio térmico. Esto implica que al poner en contacto dos cuerpos que se encuentran a diferentes temperaturas, el que se encuentre a mayor temperatura cede parte de su energía al de menor temperatura. “Hay una serie de pautas de uso que van de la mano de la eficiencia energética, no es solo adaptar el edificio sino todo lo relacionado con el cómo se van a usar los edificios”, remarca.
Región común
La tesis doctoral evaluó viviendas de las cuatro capitales del NEA: Formosa, Posadas, Resistencia y Corrientes que compartían una situación común. Las cabeceras de provincia están incluidas en la clasificación de clima muy cálido y húmedo (zona 2B) y en cuanto a los requerimientos en infraestructura las alcanza la norma IRAM 11603, que establece el acondicionamiento térmico de edificios. En tanto que desde un enfoque sociocultural la población de las cuatro ciudades mostró aspectos en común. Con encuestas y monitoreos se midieron variables objetivas (de temperatura y humedad), así como de condiciones de uso.
El análisis es una herramienta que además de contribuir a observar el contexto local también se puede extrapolar a otros contextos y condiciones semejantes. “Como la región Nordeste de Argentina existen otras zonas con un clima similar, por lo que es replicable también. Habría que precisar más si las pautas de uso se mantienen”, afirma la autora del trabajo. En cuanto a las regiones con clima frío sostiene que también amerita una investigación aparte ver cuál es el grado de concientización y sensibilización de la población ante el frío.
Alías repara en las comunidades más abiertas a la búsqueda de un mejor consumo de energía y otras donde el interés decae. “Acá el tema tiene un contexto bastante descuidado”, afirma. De regreso a su trabajo aclara que no fue pensado para dar recomendaciones, sino que busca desarrollar un modelo que pueda cuantificar en qué porcentaje inciden usos como el aire acondicionado. Son tres las dimensiones de su observación: el entorno urbano donde se inserta una vivienda, las pautas de diseño arquitectónico y la modalidad de uso.